Entre los cinco y once años de edad, Nathan fue abusado sexualmente en distintas ocasiones por tres personas: dos hombres y la hija de su cuidadora.
Nathan se volvió un niño tímido, sus compañeros en la escuela le hacían bullying. De esa etapa recuerda angustia, dolor y ansiedad y que no tenía amigos. Desde pequeño profesa la religión católica: “A raíz de los abusos me converti en alguien muy introvertido, entonces Dios fue mi refugio. Desde ahí comenzó mi historia con Dios, sin llegar a un fanatismo religioso”. Dios fue el primer amigo que Nathan tuvo en su infancia.
A los 19 años tuvo su primera experiencia sexual consentida y fue con un hombre. Llevó una vida homosexual por varios años y también una vida de muchos excesos, lo que dice "me llevo a caer en compulsiones, buscar contacto con otros varones, caí en la pornografía". Nathan no se sentía feliz cuando tenía atracción al mismo sexo, piensa que inconscientemente se dejaba usar por otros hombres porque repetía la historia de abusos sexuales que había vivido en su niñez, y también porque "en una de las terapias descubrí que tenía sexo con varones, porque buscaba un abrazo de mi papá, por eso buscaba en otros varones lo que mi papá no me dio".
En 2015 como replanteamiento de su vida homosexual la cual ya no le satisfacía, ni le hacía feliz, decidió volverse un religioso ermitaño.
Dejó su vida de ermitaño porque tuvo un encuentro homosexual, el cual le hizo sentir culpable, así que decidió reforzar su proceso para dejar la atracción al mismo sexo tomando la terapia de reintegrativa. Estuvo nueve meses en terapia con el Dr. Garza tanto vía presencial como a la distancia. "A partir del reprocesamiento de mis traumas, me he dado cuenta que mi atracción hacia el mismo sexo, no solo era por abusos, sino que era un conjunto de cosas familiares, un padre ausente, una madre sobreprotectora". Dice, "estaba traumado, lleno de complejos, y a raíz de la terapia comencé a sentirme más seguro y capaz, vi que era algo que no se iba a quedar para toda la vida, sino algo que se podía trabajar. Esta terapia me fue levantando poco a poco".
Nathan pensaba llevar una vida de castidad, desde chico quería ser religioso. A partir de la terapia se lo está replanteando, siente que no ha tenido la posibilidad de vivir una vida heterosexual y ahora le gustaría saber si puede tener una relación de noviazgo con una mujer. Desde antes sentía atracción por los hombres y cierta atracción (menor) hacia las mujeres, pero no había tenido contacto físico con alguna, hasta ahora después de la terapia.
Si ahora ve a un hombre que anteriormente le atraería, ya no le despierta sexualmente algo, dice que esa atracción homosexual desapareció. No habla de un proceso milagroso, lo asocia al trabajo espiritual-religioso que ha realizado y a la terapia. "La terapia reintegrativa, reintegro todo lo que estaba fragmentado en mí, yo estaba partido en mil pedazos y lo que hizo fue recoger esos pedazos y armarme otra vez como persona, como ser, hoy me siento seguro, con autoestima buena, me siento capaz de hacer muchas cosas, es como si hubiese vuelto a nacer".
Tomado de:
Castillo, J. (2019) ¿Dejar la homosexualidad, reconstruir mi heterosexualidad? Historias de terapia de conversión y reintegración. México: CIDE (tesis de maestría).